Descripción
Qué bueno es poder viajar, conocer personas y culturasbdiferentes, apreciar platos típicos y, por supuesto, apreciar también la artesanía local.
El mes pasado tomé algunos días de vacaciones y viaje para Natal, en Río Grande del Norte, Brasil, donde se encuentra el mayor anacardo del mundo.
Me enamoré del lugar con todo aquel escenario natural espectacular, proporcionado por el sol intenso, las playas paradisíacas de agua límpida y tranquila, las enormes dunas, los acantilados a orillas del mar… También me encantó la receptividad del pueblo
potiguar (nombre del pueblo local que en el idioma indígena tupi significa comedor de camarones), siempre muy atento y simpático.
Conociendo un poco del centro histórico de la ciudad, me deparé con un antiguo presidio desactivado transformado en Centro de Turismo, con 38 tiendas de artesanías locales y trabajos manuales. Alrededor de un gran patio, las celdas de la antigua prisión concentran los más variados trabajos bordados, esculturas de cerámica, piezas de cuero, pinturas, bijouterie, camisetas personalizadas, entre otras tantasartesanías regionales.
Confieso que entre una compra y otra registré algunos detalles con mi cámara; pero lo que más me llamó la atención fueron los fuxicos aplicados en el techo, justo en la entrada del Centro de Turismo.
¡Eso mismo! Eran cuadrados con fuxicos coloridos aplicados en secuencia.
Encantada con todos aquellos adornos hechos con retazos y suspendidos allí, me quedé parada apreciando aquel arte tan sencillo, colorido y alegre. Solo pensaba en fotografiar y compartir esta bella experiencia contigo, querido lector.
A fin de cuentas, simples fuxicos aplicados en el techo, o donde quiera que sea, son siempre una gran idea para decorar con originalidad y gracia.
Además del viaje inolvidable, estos fuxicos inusitados quedaron registrados de un modo especial en mi memoria.

Fuxico Ed. 01
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